La
Orquesta del Titanic
Un
comienzo antes del fin.
En nuestro pequeño mundo de ficción, llamémosle
Fandomium, se viene repitiendo un hecho desde su inicio: la amenaza de la
catástrofe inminente, del apocalipsis virtual, del meteorito arrasador que no
va a dejar nada en su camino. El acabose.
Es bien sabido que todo fandom que se precie tiende
a explotar cada cierto tiempo para luego resurgir de sus cenizas. Es una
especie de ley no escrita, y por supuesto el fandom de TH no puede escapar a
sus designios; sin embargo este último año las voces que anuncian desastres se
han convertido en gritos de agonía.
Nuestro pequeño mundo se muere, ¿no es cierto?
Si escuchamos a las chicas que aún permanecen por
aquí, veremos que el desánimo se respira por todas partes. No quiero hablar de
las causas de este paulatino abandono, que no por lento es menos doloroso, pues
todas las conocemos. Volcar nuestra creatividad en un fandom basado en personas
“reales” nos lleva de la mano a la desilusión. Los chicos de TH no son figuras
de cera ni son incólumes personajes de novela. Ellos evolucionan, cambian,
cometen errores como cualquiera de nosotros. La potencia de la realidad es
inimaginable a la hora de crear, pero también puede ser su mayor lastre.
En nuestro pequeño ecosistema de Billies, Tomies,
Georgs, Gustavs y compañía (un lugar donde todo es posible) florece la más pura
belleza, pero también la rabia, la hipocresía, el aburrimiento y la desolación.
Vemos cada día cómo páginas a las que hemos acudido desde el inicio de nuestra
pasión desaparecen. No refugiamos en el radiante pasado porque no somos capaces
de encontrar hermosura e inspiración en lo nuevo. Estamos sedientas de novedades,
pero cuando estás llegan las desechamos porque no están a la altura de nuestras
expectativas. Lo que el grupo nos ofrece en estos momentos es poco o nada, y
estos días se nos antojan pesados y sin interés.
Es duro, porque le tenemos cariño al fandom y
algunas de las personas que lo componen, y como no queremos dejarlo nos
refugiamos en sus momentos de gloria, cuando el río de fanarts y fics parecía
inagotable; cuando no teníamos tiempo suficiente para disfrutar de todo lo que
llegaba a nuestras manos, y la ilusión y la fantasía se mezclaban con el aire
que compartíamos en nuestro hermoso mundo.
Pero esos tiempos, por más que nos gane la
melancolía, no volverán.
¿Eso quiere decir que los Mayas se referían al
fandom de TH en sus predicciones? ¿Es nuestro pequeño universo virtual el que
está destinado a desaparecer?
La respuesta a esa pregunta está en nuestras manos.
Si ya no nos interesa que siga adelante, es muy
fácil. Sólo tenemos que abandonar sin hacer mucho ruido y cerrar la puerta al
salir. La decadencia no necesita demasiados esfuerzos, sólo hay que dejar que
ocurra.
Sin embargo, si todavía creemos que tenemos algo
nuevo que decir, algo que aportar, algo que disfrutar en este mundo que hemos
ido creando entre todos con pasión e imaginación, entonces preparémonos porque
hay mucho que hacer.
Para empezar, vamos a cuidar de este ecosistema que
somos todos, que nos pertenece por méritos propios. Nadie nos lo puede
arrebatar, lo hemos ido construyendo con nuestras manos palabra a palabra,
trazo a trazo de pincel… y tenemos una responsabilidad sobre él. Purifiquemos
el aire y hagamos que la tierra sea rica y fértil, para que las ideas arraiguen
y den brotes nuevos.
No somos muchos, es cierto, por eso debemos estar
unidos por encima de todas las cosas. Apoyemos a todos los valientes que
impulsan un proyecto en beneficio del fandom,
para que no pierdan las fuerzas y mantengan su empeño. Luchemos para que
cuando lleguemos a este mundo que es nuestra casa nos sintamos acogidos y apoyados,
parte de algo de lo que sentirnos orgullosos.
Vamos a jugar en serio, como juegan los niños.
Y si al final es cierto que hemos llegado al límite
de nuestro viaje, que hemos colisionado contra nuestro particular Iceberg, no
dejemos que el barco se hunda sin que suene un poco de buena música, ¿no os
parece?
Archange
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